Enterrado en trabajo esperandolo~
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Enterrado en trabajo esperandolo~
El trabajo de escritorio era lo que más le aburría después del papeleo de atender una compra, prefería por mucho la parte de atender a un cliente y por sobre todo experimentar. Tomar a aquellas criaturas tan perfectas, curiosas e increíbles y simplemente jugar con sus cuerpos. Ciertamente eso era lo único que podía identificar como su pasión, pero esas actividades iban acompañadas por un gran trabajo de escritorio de informes. Sin embargo esta vez lo que le entretenía no era eso, sino que buscaba una nueva mascota para algún experimento. Se podría decir que con lo aplicado que era y sus gustos conocería a todas las mascotas registradas en los archivos de Tierladen, desgraciadamente eso era imposible. Podría haber ocupado meses enteros en revisar todos y cada uno de los archivos desde la primera criatura descubierta desde el principio por Johannes y aun así faltarían. Traslapes, mala organización y criaturas aún no catalogadas lo impedían por lo tanto jamás perdió tiempo en ello. Cuando necesitaba un nuevo conejillo de indias se sentaba a buscar, apartando lo interesante y descartando el resto.
Su oficina se encontraba por ese motivo llena de cajas llenas de los expedientes, y apenas llevaba un par de días. Los documentos se regaban por la habitación, aprovechaba que tocaba los viejos registros para actualizarlos y hacer modificaciones en el catalogo, era un adicto a trabajar. Más aunque trabajara como un demonio obsesionado seguía siendo humano así que termino por recostarse hacia atrás en el respaldo de su silla estirándose haciendo que una pila de archivos viejos cayera. Estaba de pésimo humor, encerrado ahí se sentía él mismo como un animal pero había también motivo para eso. La verdad había cientos de pets listos para torturar pero simplemente su mal humor llevaba ya días, sin poder mostrar su mascara de felicidad falsa no podía estar libre por Tierladen. Las vacaciones no eran opción. Confinado al área científica no habría sido un gran castigo, pero él mismo no tenía ni deseos de ver a nadie. Tardó en pararse acercándose a los documentos que había tirado fijándose en una fotografía en especial que acababa de atraer su interés mientras los recogía.
Dejó todo en aquel caos sentándose mientras revisaba a más detalle aquel expediente bajo el nombre de Mehiel. Algo lo seguía atrayendo, pero era difícil saber si era su apariencia en general o un rasgo en especial. Empuño su mano derecha antes de abrirla y mirarla fijamente, el injerto que había realizado parecía algo ajeno y propio al mismo tiempo aun con los años de tenerlo. Ese era el motivo de su mal humor, pues cada día le resultaba más pesado seguir con ese esfuerzo por cambiar dejando que su verdadera personalidad saliera a luz. ¿Cuánto había pasado desde la última vez que vio a aquel hombre sonreír estúpidamente? No lo recordaba… como no recordaba en ese momento como sonreír. Volvió nuevamente su mirada a la fotografía de Mehiel, era reciente pero él jamás había entrado en contacto con aquel chico. Sonrió, aunque no como lo habría querido sino de una forma cruel y fría. Eran sus ojos, esos ojos con una extraña luminosidad que deseaba imitar. Necesitaba un nuevo “modelo” para imitar, lo había encontrado por casualidad. Quizá destino, uno cruel para el menor.
Pero solo tomarlo y mantenerlo cerca no funcionaría, tenía prohibido matar mascotas a menos que fuera por accidentes durante alguna investigación. No quería al incubo para eso, lo necesitaba con todos los derechos de un amo con lo cual se iba a convertir en uno pese a que jamás lo considero. Podía estar demente pero había algo seguro en él: no era material para un amo. Odiaba a los amos que destrozaban a sus preciadas mascotas pues solo él tenía derecho a hacerlo, solo él las apreciaba. Y por eso nunca compró una, sabía el destino que le esperaría. Era eso lo que lamentaba, saber que una criatura tan hermosa y perfecta, con esa piel suave y encanto terminaría cubierta de sangre por sus manos aun si se controlaba. Un capricho es un capricho, nunca se negaba ninguno y nadie tampoco lo hacía.
Rellenó un formulario de compra en línea usando su cuenta maestra para evitar el pago, era también un simple capricho no pagar por él. Envió el formulario junto a un pequeño correo dedicado al vendedor que la atendiera, aunque esperaba que fuera su adorado primo solo para luego enterarse de su reacción por como había realizado el trámite. Claro que podría el mismo haber realizado el procedimiento e ir a buscarlo, más el punto divertido de aquello era la sorpresa y medir la paciencia del chico. Una vez se aseguró de haber enviado el mensaje se recostó sobre el escritorio a dormir. La luz no podía entrar por ninguna de las grandes ventanas debido a las torres de cajas, así que era fácil perder la noción del tiempo de no ser por aquel reloj de pared, que él no había pedido.
Entrega a domicilio en mi oficina: ahora, no quiero que le informen detalles sobre quién le compró y de ser posible que me traiga el almuerzo~♥
PD: Cualquier queja respecto a la compra o el pago vengan a quejarse o discútanlo con Eizy :3 Te adoro primo Eizy~
Atentamente:Kreios Nozaki
Jefe de la Tienda y de la sección de investigación y experimentación blablablá…FORMULARIO DE COMPRA
Eh leído y estoy de acuerdo con los términos de compra establecidos por Tierladen por lo que relleno el siguiente formulario de compra con mis datos y los de la mascota a adquirir. Doy mi consentimiento para que mis datos sean guardados en el chip informático de mi nueva mascota a la cual los empleados de la tienda tendrán acceso solamente si es necesario.
Nombre del amo: Kreios Nozaki
Ficha del amo: [Solamente los administradores pueden ver este vínculo]
Nombre del pet adquirido: Mehiel
Numero del Pet adquirido : #064
Forma de pago: Efectivo - Tarjeta de Crédito - Cheque
Residencia del Cliente:[Solamente los administradores pueden ver este vínculo]
Modo de entrega: Presencial - A Domicilio
- off:
Me alargue un poco pero no te preocupes responde lo que quieras ;3
Kreios- Jefe de la Tienda
- Sexualidad :
Mensajes : 299
Fecha de inscripción : 15/11/2011
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Mehiel estaba más que acostumbrado a la vida en Tierladen. A decir verdad... Se habia acomodado a esta hasta tal punto que ni siquiera pensaba en la posibilidad de que, algún día, un cuidador atravesara la puerta de su habitación y se lo llevara con la excusa de que un cliente se habia interesado en él, que al fín pertenecería a alguien, oficialmente hablando.
No pensaba en absoluto en aquella posibilidad y, sin embargo, aquello era precisamente lo que ocurrió esa mañana.
Cuando un par de cuidadores irrumpieron en su cuarto lo que se encontraron fue con el íncubo durmiendo placidamente en su cama, sobre las sabanas, completamente desnudo a excepcion de un fuerte y fibrado brazo ajeno con el que se cubría la cintura y en el que se refugiaba. La persona o mejor dicho animal al que pertenecia dicho brazo era un lobo de aspecto robusto y agresivo, aunque su personalidad no lo fuera tanto... Este se incorporó casi en seguida en la cama cuando vio entrar a aquel par que intercambiaron miradas cansadas antes de que uno de ellos se echara sobre el can, agarrandolo y sacandolo de allí practicamente a rastras, forcejeando. Aquello era lo mismo de siempre: Siempre se encontraban a alguien mas durmiendo con el pelirrojo, da igual lo que le dijeran o hicieran, siempre habia alguien más.
Los gruñidos del pet se fueron perdiendo poco a poco a medida que se alejaban y el cuidador que quedaba, por otra parte, se acercaba al íncubo, quien apenas se habia inmutado ante aquel jaleo y se habia limitado a encogerse sutilmente sobre las sabanas blancas.
-Tú... Levanta -hablo aquel hombre con voz brusca y los ojos clavados en la mascota que en aquellos momentos yacia calma sobre la cama. Sin percatarse de nada-
Sus grandes pestañas pelirrojas temblaron nimiamente antes de abrir los ojos y dirigir una mirada tranquila y desinteresada al cuidador, suspirando con cierto aire hastiado por entre sus tiernos labios. No le importaba qué hacia aquel tipo allí ni porqué se empeñaba en estropear su sueño, tan solo queria que lo que tuviese que hacer lo hiciera rapido y le dejara seguir con su deliciosa rutina de descanso y placer que él mismo se había impuesto desde que su madre le abandonara como si no fuera más que un chucho o una muñeca rota.
Por eso termino por incorporarse perezosamente, levantandose de la cama tal y como dios le habia traido al mundo si quitar sus ojos azules de los del otro. Le sorprendio que lo proximo que hiciera este fuera comenzar a vestirlo en silencio y tomarle de la mano despues para conducirle por los pasillos de aquel lugar, no obteniendo resistencia alguna por parte del pet que lo seguia con cierto aire torpe, pues aun estaba medio dormido, pero que aun asi no tardo en comprender lo que estaba sucediendo.
-¿Quién me ha comprado..? -pregunto con cierta curiosidad en su mirada.
No obtuvo respuesta, pero justo en ese momento... pararon. Mehiel fruncio sutilmente el ceño, sin comprender nada y olfateó el aire... se encontraban en las cocinas. El cuidador le ordeno innecesariamente que no se moviera de allí y cruzo la puerta de las mismas. En menos de cinco minutos el incubo ya tenia entre las manos una bandeja con un plato de comida (cubierto para que no se enfriara), cubiertos, una servilleta, etc... Esto extraño enormemente al pet, pero no opuso resistencia cuando, de aquella guisa, tuvo que seguir de nuevo a aquel hombre hasta llegar a las puertas de una oficina... La mascota estaba tan tremendamente confundida que, metido en sus pensamientos, se sobresaltó cuando el cuidador llamo a la puerta golpeando con sus nudillos y, acto seguido, le hizo pasar a la habitación.
Lo primero que le llamó la atención fue aquella cantidad tan desmesurada de papeles, documentos, esparcidos por doquier y ya al recorrer con la mirada el estropicio de aquella mesa de trabajo sí que pudo distinguir entre la maleza de folios la cabeza rubia de quien suponia que seria su amo de ahora en adelante. Lo escrutó descaradamente con la mirada, sin moverse del sitio. No era como pudiera haberselo imaginado... Aquellos rasgos elegantes... Se notaba de lejos que poseia una belleza natural que cualquiera desearía para sí y con aquella piel tan palida, casi como la propia, parecia ser no mucho menos fragil que él mismo... Definitivamente no era la imagen que solían hacerse los pets cuando se les habla de los amos, pero sabia que no era muy sabio dejarse llevar por las primeras impresiones.
-Supongo que esto es tuyo -habló al fin, haciendo un leve ademán con la bandeja que llevaba en las manos aún, sin dejar de mirarle-
No pensaba en absoluto en aquella posibilidad y, sin embargo, aquello era precisamente lo que ocurrió esa mañana.
Cuando un par de cuidadores irrumpieron en su cuarto lo que se encontraron fue con el íncubo durmiendo placidamente en su cama, sobre las sabanas, completamente desnudo a excepcion de un fuerte y fibrado brazo ajeno con el que se cubría la cintura y en el que se refugiaba. La persona o mejor dicho animal al que pertenecia dicho brazo era un lobo de aspecto robusto y agresivo, aunque su personalidad no lo fuera tanto... Este se incorporó casi en seguida en la cama cuando vio entrar a aquel par que intercambiaron miradas cansadas antes de que uno de ellos se echara sobre el can, agarrandolo y sacandolo de allí practicamente a rastras, forcejeando. Aquello era lo mismo de siempre: Siempre se encontraban a alguien mas durmiendo con el pelirrojo, da igual lo que le dijeran o hicieran, siempre habia alguien más.
Los gruñidos del pet se fueron perdiendo poco a poco a medida que se alejaban y el cuidador que quedaba, por otra parte, se acercaba al íncubo, quien apenas se habia inmutado ante aquel jaleo y se habia limitado a encogerse sutilmente sobre las sabanas blancas.
-Tú... Levanta -hablo aquel hombre con voz brusca y los ojos clavados en la mascota que en aquellos momentos yacia calma sobre la cama. Sin percatarse de nada-
Sus grandes pestañas pelirrojas temblaron nimiamente antes de abrir los ojos y dirigir una mirada tranquila y desinteresada al cuidador, suspirando con cierto aire hastiado por entre sus tiernos labios. No le importaba qué hacia aquel tipo allí ni porqué se empeñaba en estropear su sueño, tan solo queria que lo que tuviese que hacer lo hiciera rapido y le dejara seguir con su deliciosa rutina de descanso y placer que él mismo se había impuesto desde que su madre le abandonara como si no fuera más que un chucho o una muñeca rota.
Por eso termino por incorporarse perezosamente, levantandose de la cama tal y como dios le habia traido al mundo si quitar sus ojos azules de los del otro. Le sorprendio que lo proximo que hiciera este fuera comenzar a vestirlo en silencio y tomarle de la mano despues para conducirle por los pasillos de aquel lugar, no obteniendo resistencia alguna por parte del pet que lo seguia con cierto aire torpe, pues aun estaba medio dormido, pero que aun asi no tardo en comprender lo que estaba sucediendo.
-¿Quién me ha comprado..? -pregunto con cierta curiosidad en su mirada.
No obtuvo respuesta, pero justo en ese momento... pararon. Mehiel fruncio sutilmente el ceño, sin comprender nada y olfateó el aire... se encontraban en las cocinas. El cuidador le ordeno innecesariamente que no se moviera de allí y cruzo la puerta de las mismas. En menos de cinco minutos el incubo ya tenia entre las manos una bandeja con un plato de comida (cubierto para que no se enfriara), cubiertos, una servilleta, etc... Esto extraño enormemente al pet, pero no opuso resistencia cuando, de aquella guisa, tuvo que seguir de nuevo a aquel hombre hasta llegar a las puertas de una oficina... La mascota estaba tan tremendamente confundida que, metido en sus pensamientos, se sobresaltó cuando el cuidador llamo a la puerta golpeando con sus nudillos y, acto seguido, le hizo pasar a la habitación.
Lo primero que le llamó la atención fue aquella cantidad tan desmesurada de papeles, documentos, esparcidos por doquier y ya al recorrer con la mirada el estropicio de aquella mesa de trabajo sí que pudo distinguir entre la maleza de folios la cabeza rubia de quien suponia que seria su amo de ahora en adelante. Lo escrutó descaradamente con la mirada, sin moverse del sitio. No era como pudiera haberselo imaginado... Aquellos rasgos elegantes... Se notaba de lejos que poseia una belleza natural que cualquiera desearía para sí y con aquella piel tan palida, casi como la propia, parecia ser no mucho menos fragil que él mismo... Definitivamente no era la imagen que solían hacerse los pets cuando se les habla de los amos, pero sabia que no era muy sabio dejarse llevar por las primeras impresiones.
-Supongo que esto es tuyo -habló al fin, haciendo un leve ademán con la bandeja que llevaba en las manos aún, sin dejar de mirarle-
Invitado- Invitado
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Aunque quizá pareciera inconcebible para los que le llamaban demonio aquel hombre dormía, de una manera tan profunda y apaciguada que nadie sospecharía de lo que era capaz. ¿Cuántos no habrían deseado verlo así? Algunos con la esperanza de que no despertara y otros por motivos menos frívolos que no le interesaban. Al menos quienes deseaban su muerte eran más sinceros. Su cuerpo estaba ciertamente cansado por sus constantes descuidos respecto a sus horarios de sueño, más lo que estaba agotado era en si mismo él, sus deseos de seguir con todo aquello aunque se repetía que era lo que había escogido. Podría seguir sumergido en su oscura inconciencia pero un ruido en la puerta le hizo romper el hechizo del sueño. Lo sabía, sus órdenes habían sido seguidas de manera que ni siquiera lo interrumpieron. Era una enorme lástima haberse perdido la expresión de aquel encargado de llevarle a su mascota, seguramente preocupado de equivocarse y molestarlo más de lo que se sabía estaba. Kreios con una mascota era inimaginable por el hecho de que no soportaba vivir con nadie más que su primo. Cuando la voz preguntando le llegó espero un momento antes de abrir los ojos con cierta pereza y observar fijamente a la fuente de la misma.
No tenía idea de como iba a reaccionar, pues levantarse sonriendo le parecía algo un poco difícil así que se conformo con un ademan de mano para afirmar. Finalmente se resigno aspirando con fuerza eventualmente convirtiéndose en un bostezo que le forzó a cerrar sus ojos. –Si, la comida y tu pequeño incubo Mehiel.- Se levantó lentamente dejando ver en el escritorio donde hace un momento se encontraba recostado, el expediente del incubo al cual se acercó con una expresión neutral. Podía observar con facilidad los hermosos ojos de aquel, donde había visto la razón de que le comprara aunque no pensaba decírselo. Habría sido cruel para los involucrados decir que lo hizo pensando en otra persona con ese brillo en su mirada, una crueldad que no podía realizar. –Es gracioso pensar que no nos habíamos conocido antes, espero que no hayas escuchado muchos rumores de mí inocente persona.- sus labios se curvaron suavemente en lo que pretendió ser una sonrisa que falló enormemente, logrando sacarle un suspiro de exasperación. ¿Qué tantas veces tenía que hacerlo para que le saliera? Fallar era algo que no iba con él, y si no fuera por la presencia de una mascota se habría enojado más. Era quizá una pequeña incoherencia en su persona, pero le encantaban esas criaturas. Cerca de ellas era más fácil comportarse como “humano”, y aun así era capaz de tratarlas como objetos.
Tomó la bandeja y se volteo mirando a los alrededores notando que incluso la pequeña salita dispuesta frente a su escritorio estaba atascada de papeles. Como si fuera algo de lo más normal volvió a acercarse a su escritorio, pero tomando asiento a un lado en el suelo con las piernas cruzadas usando uno de los lados del mueble como respaldo. Dejó la bandeja en el suelo y se mantuvo observando el plato largamente. –El almuerzo de este lugar es horrible, creí que me conseguirían algo de fuera… seguramente Eizy-chan tiene algo que ver con esto.- Una mueca en su rostro fue tan visible que no era posible dudar de lo que decía, aunque en verdad no fuera cierto. Le gustaba llevar la contra, y no había encontrado un solo error en la ejecución de sus órdenes, era algo aburrido no tener motivos para gritarle a los empleados. –No importa, al final resulta que sí serás un buen ayudante. Puedes continuar ordenando un poco todo lo que este tirado por la oficina.-
Destapó el plato dejando ver su contenido que tenía una buena ración de vegetales, acompañamiento y carne. No aparentaba ser un simple almuerzo más como el del resto de los empleados y mascotas, estaba preparado a sus específicas órdenes luego de tantos años de quejarse. Volvió a hacer una mueca, quería un solo motivo para alegarle a alguien, el encierro lo estaba matando del aburrimiento. Cortó un trozo de carne y se lo acerco a los labios antes de volver su atención a su pequeño acompañante. –Soy Kreios Nozaki, deberás disculpar mis pésimo comportamiento pero ni siquiera yo puede tener buena cara al despertar…- estiro su brazo en el que sostenía el tenedor con la carne en dirección del pelirrojo ofreciéndoselo, midiendo cada acción que hiciera aquel, debía hacerlo si pretendía imitarlo un poco. –Aunque admito que es mejor tener un bello chico con mi comida ante mis ojos que a uno de esos inútiles dejándomela en la puerta como si fuera un perro cualquiera- Pese a que aquellas también habían sido sus ordenes directas para no verle la cara a nadie, Mehiel era el primer rostro en días y el único rastro de vida en aquella oficina además del dueño de la misma.
No tenía idea de como iba a reaccionar, pues levantarse sonriendo le parecía algo un poco difícil así que se conformo con un ademan de mano para afirmar. Finalmente se resigno aspirando con fuerza eventualmente convirtiéndose en un bostezo que le forzó a cerrar sus ojos. –Si, la comida y tu pequeño incubo Mehiel.- Se levantó lentamente dejando ver en el escritorio donde hace un momento se encontraba recostado, el expediente del incubo al cual se acercó con una expresión neutral. Podía observar con facilidad los hermosos ojos de aquel, donde había visto la razón de que le comprara aunque no pensaba decírselo. Habría sido cruel para los involucrados decir que lo hizo pensando en otra persona con ese brillo en su mirada, una crueldad que no podía realizar. –Es gracioso pensar que no nos habíamos conocido antes, espero que no hayas escuchado muchos rumores de mí inocente persona.- sus labios se curvaron suavemente en lo que pretendió ser una sonrisa que falló enormemente, logrando sacarle un suspiro de exasperación. ¿Qué tantas veces tenía que hacerlo para que le saliera? Fallar era algo que no iba con él, y si no fuera por la presencia de una mascota se habría enojado más. Era quizá una pequeña incoherencia en su persona, pero le encantaban esas criaturas. Cerca de ellas era más fácil comportarse como “humano”, y aun así era capaz de tratarlas como objetos.
Tomó la bandeja y se volteo mirando a los alrededores notando que incluso la pequeña salita dispuesta frente a su escritorio estaba atascada de papeles. Como si fuera algo de lo más normal volvió a acercarse a su escritorio, pero tomando asiento a un lado en el suelo con las piernas cruzadas usando uno de los lados del mueble como respaldo. Dejó la bandeja en el suelo y se mantuvo observando el plato largamente. –El almuerzo de este lugar es horrible, creí que me conseguirían algo de fuera… seguramente Eizy-chan tiene algo que ver con esto.- Una mueca en su rostro fue tan visible que no era posible dudar de lo que decía, aunque en verdad no fuera cierto. Le gustaba llevar la contra, y no había encontrado un solo error en la ejecución de sus órdenes, era algo aburrido no tener motivos para gritarle a los empleados. –No importa, al final resulta que sí serás un buen ayudante. Puedes continuar ordenando un poco todo lo que este tirado por la oficina.-
Destapó el plato dejando ver su contenido que tenía una buena ración de vegetales, acompañamiento y carne. No aparentaba ser un simple almuerzo más como el del resto de los empleados y mascotas, estaba preparado a sus específicas órdenes luego de tantos años de quejarse. Volvió a hacer una mueca, quería un solo motivo para alegarle a alguien, el encierro lo estaba matando del aburrimiento. Cortó un trozo de carne y se lo acerco a los labios antes de volver su atención a su pequeño acompañante. –Soy Kreios Nozaki, deberás disculpar mis pésimo comportamiento pero ni siquiera yo puede tener buena cara al despertar…- estiro su brazo en el que sostenía el tenedor con la carne en dirección del pelirrojo ofreciéndoselo, midiendo cada acción que hiciera aquel, debía hacerlo si pretendía imitarlo un poco. –Aunque admito que es mejor tener un bello chico con mi comida ante mis ojos que a uno de esos inútiles dejándomela en la puerta como si fuera un perro cualquiera- Pese a que aquellas también habían sido sus ordenes directas para no verle la cara a nadie, Mehiel era el primer rostro en días y el único rastro de vida en aquella oficina además del dueño de la misma.
Kreios- Jefe de la Tienda
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Fecha de inscripción : 15/11/2011
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Por suerte el contrario no tardo demasiado en abrir los ojos y prestarle algo de atención, pues de no ser así, le habría sido facil dejar la bandeja en el suelo, justo donde estaba parado, darse media vuelta e irse por donde habia venido de regreso a su habitación. Ya que no sabía si realmente aquel tipo le habia comprado o simplemente se le habia antojado que un pet cualquiera le trajera el almuerzo no habria dudado en hacer tal cosa y aprovechar su tiempo en otros menesteres. Sin embargo Kreios abrió los ojos y él pudo ver el extraordinario color de estos, perderse en ellos un momento sin que en su mirada se reflejase una pizca de interés... el cual sentía.
Vio el perezoso gesto de su mano y, mientras el otro bostezaba él se dedico a recorrer con sus ojos azules nuevamente la estancia... Era un despacho, o eso se podía intuir entre tantas cajas repletas de papeleo, para él, inutil y sobrevalorado. Pensó que debía ser alguien importante si le habian concedido aquel capricho tan a la ligera, pues suponia que a un trabajador corriente le obligarían, como debe ser, a recoger por sí mismo a su mascota y almorzar en el comedor como el resto de empleados hacía.
Volvió a mirarle cuando habló, de soslayo y sin inmutarse ante sus palabras. Así que, realmente, aquel hombre iba a ser su amo... Le oyó hablar sin despegar sus ojos de los del contrario, tan lleno de emociones que no comprendia, y fruncio sutilmente el ceño al oirle resoplar de aquella forma, con ese aire exasperado, sin comprender a qué venía aquello. Ladeo ligeramente la cabeza, dispuesto a pasar aquella extraña reacción por alto, aunque se mantendria atento a todo lo que hiciera el rubio, pues en realidad despertaba poderosamente su curiosidad.
-No demasiados, en realidad... -respondió con sinceridad, dejando que tomara de sus manos aquella bandeja, con un leve gesto de alivio cuando lo hizo-
No habia oido mucho de él ni de nadie que trabajasea en aquel lugar, en realidad, pues él se limitaba a prestar atención a lo que deseaba y convenía y, si por algun casual escuchaba algun chismorreo, procuraba borrarlo de su memoria cuanto fuera posible. No queria informacion inutil ocupando su memoria, no quería pensar demasiado en nada. Despues de todo, como el rubio, el incubo parecia tener igualmente un "mecanismo de autodefensa", algo en lo que refugiarse o con lo que protegerse... Cuanto menos pensara, mas facil y llevadero se hacía todo, fuera lo que fuese. Fue gracias a aquello que pudo seguir hacia adelante despues de tantos rechazos por parte de su madre o despues de ingresar en un lugar como aquel, en el que solo eran objetos.
Le vio sentarse de aquel modo y suspiro suavemente, dejando que hiciera cuanto quisiera y como quisiera, recorriendo con la mirada algunos papeles que había tirados cerca de sus pies. Antes siquiera de que el contrario le dijese nada, él ya estaba recogiendo aquellos papeles con cuidado, apilandolos en sus manos y buscando ordenarlos mientras se acercaba al escritorio, sin pisar nada. Sus movimientos eran sinuosos, sueltos y elegantes, casi parecia que en vez de caminar levitaba.
-Desconozco el contenido de estas cajas... o el modo de ordenar estos papeles -respondio, dejando aquel montoncito de papeles sobre la mesa, a un lado, y cogiendo su propia ficha, aun sobre la mesa, ojeandola distraidamente, con una mirada completamente desinteresada- Pero si me enseñas, lo haré.
¿No tenia orgullo? Lo tenía, por supuesto, el justo para sobrevivir pero lo tenía. Podria haberse negado en rotundo a hacer aquel aquello, a ordenar ese estropicio que el otro habia formado, pero el problema era que no le importaba hacerlo, era muy diligente en aquellos casos y gustaba de tener las manos ocupadas. Siempre que se lo pidieran en vez de exigirselo, lo haría. Dejó de nuevo su ficha donde estaba y ando hasta ponerse a su lado, oyendole presentarse y disculparse por su supuesto comportamiento, a lo que él nego sutilmente con la cabeza, quitandole importancia. Kreios, había dicho que se llamaba... Sabía quien era: el jefe. Había oido hablar de él, como no, y la mayoria de las cosas que habia oido no eran en absoluto alentadoras, recordaba aquello... pero no las cosas que habia oido en si.
-Supongo que seria absurdo presentarme... -comentó, mirandolo justo en el momento en que le ofrecia aquel pedazo de carne, a lo que parpadeó y acabó sentandose frente a él, al estilo indio- Gracias -respondio a secas, aunque sincero, ante aquel ofrecimiento y el piropo-
Se inclino ligeramente sobre el otro y le tomo suavemente de la mano para acercarse un poco el tenedor que sostenia a los labios, comiendo aquel trozo de carne sin quitar sus ojos de él... saboreó y tragó, pensando que si aquello le parecía un almuerzo horrible deberia probar lo que solían comer los pets... pero entonces de sus labios surgio la pregunta que todo pet solia hacer pero que él, teniendo en cuenta que su amo era el mismisimo Kreios Nozaki, tenia mas motivos para hacer.
-¿Por qué me has elegido..?
Vio el perezoso gesto de su mano y, mientras el otro bostezaba él se dedico a recorrer con sus ojos azules nuevamente la estancia... Era un despacho, o eso se podía intuir entre tantas cajas repletas de papeleo, para él, inutil y sobrevalorado. Pensó que debía ser alguien importante si le habian concedido aquel capricho tan a la ligera, pues suponia que a un trabajador corriente le obligarían, como debe ser, a recoger por sí mismo a su mascota y almorzar en el comedor como el resto de empleados hacía.
Volvió a mirarle cuando habló, de soslayo y sin inmutarse ante sus palabras. Así que, realmente, aquel hombre iba a ser su amo... Le oyó hablar sin despegar sus ojos de los del contrario, tan lleno de emociones que no comprendia, y fruncio sutilmente el ceño al oirle resoplar de aquella forma, con ese aire exasperado, sin comprender a qué venía aquello. Ladeo ligeramente la cabeza, dispuesto a pasar aquella extraña reacción por alto, aunque se mantendria atento a todo lo que hiciera el rubio, pues en realidad despertaba poderosamente su curiosidad.
-No demasiados, en realidad... -respondió con sinceridad, dejando que tomara de sus manos aquella bandeja, con un leve gesto de alivio cuando lo hizo-
No habia oido mucho de él ni de nadie que trabajasea en aquel lugar, en realidad, pues él se limitaba a prestar atención a lo que deseaba y convenía y, si por algun casual escuchaba algun chismorreo, procuraba borrarlo de su memoria cuanto fuera posible. No queria informacion inutil ocupando su memoria, no quería pensar demasiado en nada. Despues de todo, como el rubio, el incubo parecia tener igualmente un "mecanismo de autodefensa", algo en lo que refugiarse o con lo que protegerse... Cuanto menos pensara, mas facil y llevadero se hacía todo, fuera lo que fuese. Fue gracias a aquello que pudo seguir hacia adelante despues de tantos rechazos por parte de su madre o despues de ingresar en un lugar como aquel, en el que solo eran objetos.
Le vio sentarse de aquel modo y suspiro suavemente, dejando que hiciera cuanto quisiera y como quisiera, recorriendo con la mirada algunos papeles que había tirados cerca de sus pies. Antes siquiera de que el contrario le dijese nada, él ya estaba recogiendo aquellos papeles con cuidado, apilandolos en sus manos y buscando ordenarlos mientras se acercaba al escritorio, sin pisar nada. Sus movimientos eran sinuosos, sueltos y elegantes, casi parecia que en vez de caminar levitaba.
-Desconozco el contenido de estas cajas... o el modo de ordenar estos papeles -respondio, dejando aquel montoncito de papeles sobre la mesa, a un lado, y cogiendo su propia ficha, aun sobre la mesa, ojeandola distraidamente, con una mirada completamente desinteresada- Pero si me enseñas, lo haré.
¿No tenia orgullo? Lo tenía, por supuesto, el justo para sobrevivir pero lo tenía. Podria haberse negado en rotundo a hacer aquel aquello, a ordenar ese estropicio que el otro habia formado, pero el problema era que no le importaba hacerlo, era muy diligente en aquellos casos y gustaba de tener las manos ocupadas. Siempre que se lo pidieran en vez de exigirselo, lo haría. Dejó de nuevo su ficha donde estaba y ando hasta ponerse a su lado, oyendole presentarse y disculparse por su supuesto comportamiento, a lo que él nego sutilmente con la cabeza, quitandole importancia. Kreios, había dicho que se llamaba... Sabía quien era: el jefe. Había oido hablar de él, como no, y la mayoria de las cosas que habia oido no eran en absoluto alentadoras, recordaba aquello... pero no las cosas que habia oido en si.
-Supongo que seria absurdo presentarme... -comentó, mirandolo justo en el momento en que le ofrecia aquel pedazo de carne, a lo que parpadeó y acabó sentandose frente a él, al estilo indio- Gracias -respondio a secas, aunque sincero, ante aquel ofrecimiento y el piropo-
Se inclino ligeramente sobre el otro y le tomo suavemente de la mano para acercarse un poco el tenedor que sostenia a los labios, comiendo aquel trozo de carne sin quitar sus ojos de él... saboreó y tragó, pensando que si aquello le parecía un almuerzo horrible deberia probar lo que solían comer los pets... pero entonces de sus labios surgio la pregunta que todo pet solia hacer pero que él, teniendo en cuenta que su amo era el mismisimo Kreios Nozaki, tenia mas motivos para hacer.
-¿Por qué me has elegido..?
Invitado- Invitado
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Una pregunta. Una que había escuchado en labios de otros pets pero bajo un contexto completamente diferente le hizo cerrar los ojos pensando olvidándose del desorden que en realidad no le preocupaba. Durante aquellos cortos momentos aquel ya le había mostrado que era lo que necesitaba, al menos de momento. Había aceptado ser guiado sin ninguna instrucción, hablo primero cuando podría haber huido, no rechazo la petición de limpiar diciendo que aprendería y sobre todo acababa de aceptar comida de un completo desconocido que además poseía una reputación terrible en muchos sentidos. O mejor dicho, sin siquiera saberlo el pequeño incubo acababa de otorgarle a aquel extraño hombre la prueba de que le pertenecía, ahora huir no tenía sentido. Aunque en realidad nunca lo tenía, los rastreadores implantados en cada mascota eran muy eficientes y jamás habían perdido a nadie, pero mientras no les interesara a Tierladen los dejaban libres por las calles. Más en este caso era diferente, si algo le caracterizaba era que lo suyo era solamente suyo y tenía todas las facilidades para asegurarse de eso.
Mehiel en efecto también había demostrado ser seductor en cada movimiento, en cada mirada y hasta en sus palabras por aquella forma que salían entre sus labios. Normalmente ni lo consideraría pero por tan solo un instante imagino que no le molestaría regalarle una noche de su compañía, algo con lo que era exigente. Sonrió abriendo los ojos, con una mirada dura y seria que de alguna siniestra manera resaltaba su propio atractivo. –Podría decir que he estado observándote hace mucho y al final me decidí… pero sería mentir. En realidad ni sabía de tu existencia.- Cortó un trozo de carne y lo introdujo en su boca despacio, como si el tiempo a su alrededor careciera de importancia. Mordió notando la consistencia perfecta, el sabor y aroma… aunque seguía prefiriendo la comida de su propia mano no tenía queja alguna. –Por capricho, como todo lo que hago…- Se detuvo a observar fijamente el plato previo a negar suavemente terminando por inclinar su rostro de manera que algunos mechones de cabello que cubrían su ojo izquierdo se movieron dejándolo expuesto, por suerte la falta de luz era apropiada. –Esa sería la respuesta normal pero… no quiero que pienses que lograste conseguir ese capricho de mi parte tampoco.-
Guardó silencio mientras prosiguió a picar algunos de los vegetales y ofrecérselos nuevamente. No tenía tanta hambre y era una buena forma de no desperdiciar alimento, otro uso curioso para su mascota. -Me parece que para hacerlo simple estoy acostumbrado a tener a un sujeto “molesto” a mí alrededor y últimamente es raro que vea a mi primo. Serás su sustituto.- Era media mentira, aunque no la parte de estar al lado de un ser molesto e idiota. Claro que no era Eizo a quien “sustituiría”, jamás miraba mucho a su familia aun incluyéndolo a él y eso que vivían juntos. Pero sustituir a esa persona no era posible tampoco, solo que no conocía otra palabra que encajara mejor. Al menos no una que no fuera a hacerle quedar mal con su orgullo, pues decir que le imitaría sería aceptar una derrota que no sucedía, eso jamás. Suficiente lidiar con haberse dejado llevar al punto de saber que compartiría casa con alguien más, Eizo era una excepción pues realmente parecía que nunca coincidían en horarios.
Su mente se encontraba sumergida en momentos del pasado mientras le dirigía miradas esporádicas como si tratara de relacionar ambos tiempos, aquello le hacía tardar en hablar alargando los silencios. Mostrarle al menor su verdadera forma de ser, exponerse así… le aliviaba al menos saber que podía matarlo en cualquier momento sin preocuparse de romper alguna regla… aunque no es que alguna vez se preocupara de ello. Por una simple curiosidad llevo una mano hasta el borde de su chaleco sacando de debajo de este una bella daga de plata, aquella que jamás dejaba olvidada, con su sobrenombre “Lucifer” engravado en ella. La sostuvo en la punta de sus dedos antes de lanzarse, no sin cierta aprensión, a Mehiel para que la mirara. Si la tomaba o no eso no era su problema, si se lastimaba sería bueno así como sino lo hacía. Era un preciado recuerdo, uno increíblemente útil cuando estaba de humor para ser él mismo. -¿Qué crees que signifique la inscripción en ella? Si adivinas bien te haré un regalo, sino… - Sino en realidad no había mucha diferencia, salvo quizá que sería menos cuidadoso al entregárselo. Claro que seguramente luego se arrepentiría, pasaría días culpándose además de empeorando su humor debido a sus comportamientos descontrolados pero debía ser sincero consigo mismos: necesitaba hacerlo. Aunque no lo aparentaba, aunque fuera capaz de mantener la calma por fuera quería acercarse y jugar en aquella piel que desde la distancia se miraba suave. Deseaba comprobar el rostro del chico cuando sintiera el frío contacto sobre su piel. Sonrió por sin dejando notar cierta ansiedad que le molestaba, una sonrisa que podía dar algo de temor. –En cualquier caso aprenderás algo de mí.-
Mehiel en efecto también había demostrado ser seductor en cada movimiento, en cada mirada y hasta en sus palabras por aquella forma que salían entre sus labios. Normalmente ni lo consideraría pero por tan solo un instante imagino que no le molestaría regalarle una noche de su compañía, algo con lo que era exigente. Sonrió abriendo los ojos, con una mirada dura y seria que de alguna siniestra manera resaltaba su propio atractivo. –Podría decir que he estado observándote hace mucho y al final me decidí… pero sería mentir. En realidad ni sabía de tu existencia.- Cortó un trozo de carne y lo introdujo en su boca despacio, como si el tiempo a su alrededor careciera de importancia. Mordió notando la consistencia perfecta, el sabor y aroma… aunque seguía prefiriendo la comida de su propia mano no tenía queja alguna. –Por capricho, como todo lo que hago…- Se detuvo a observar fijamente el plato previo a negar suavemente terminando por inclinar su rostro de manera que algunos mechones de cabello que cubrían su ojo izquierdo se movieron dejándolo expuesto, por suerte la falta de luz era apropiada. –Esa sería la respuesta normal pero… no quiero que pienses que lograste conseguir ese capricho de mi parte tampoco.-
Guardó silencio mientras prosiguió a picar algunos de los vegetales y ofrecérselos nuevamente. No tenía tanta hambre y era una buena forma de no desperdiciar alimento, otro uso curioso para su mascota. -Me parece que para hacerlo simple estoy acostumbrado a tener a un sujeto “molesto” a mí alrededor y últimamente es raro que vea a mi primo. Serás su sustituto.- Era media mentira, aunque no la parte de estar al lado de un ser molesto e idiota. Claro que no era Eizo a quien “sustituiría”, jamás miraba mucho a su familia aun incluyéndolo a él y eso que vivían juntos. Pero sustituir a esa persona no era posible tampoco, solo que no conocía otra palabra que encajara mejor. Al menos no una que no fuera a hacerle quedar mal con su orgullo, pues decir que le imitaría sería aceptar una derrota que no sucedía, eso jamás. Suficiente lidiar con haberse dejado llevar al punto de saber que compartiría casa con alguien más, Eizo era una excepción pues realmente parecía que nunca coincidían en horarios.
Su mente se encontraba sumergida en momentos del pasado mientras le dirigía miradas esporádicas como si tratara de relacionar ambos tiempos, aquello le hacía tardar en hablar alargando los silencios. Mostrarle al menor su verdadera forma de ser, exponerse así… le aliviaba al menos saber que podía matarlo en cualquier momento sin preocuparse de romper alguna regla… aunque no es que alguna vez se preocupara de ello. Por una simple curiosidad llevo una mano hasta el borde de su chaleco sacando de debajo de este una bella daga de plata, aquella que jamás dejaba olvidada, con su sobrenombre “Lucifer” engravado en ella. La sostuvo en la punta de sus dedos antes de lanzarse, no sin cierta aprensión, a Mehiel para que la mirara. Si la tomaba o no eso no era su problema, si se lastimaba sería bueno así como sino lo hacía. Era un preciado recuerdo, uno increíblemente útil cuando estaba de humor para ser él mismo. -¿Qué crees que signifique la inscripción en ella? Si adivinas bien te haré un regalo, sino… - Sino en realidad no había mucha diferencia, salvo quizá que sería menos cuidadoso al entregárselo. Claro que seguramente luego se arrepentiría, pasaría días culpándose además de empeorando su humor debido a sus comportamientos descontrolados pero debía ser sincero consigo mismos: necesitaba hacerlo. Aunque no lo aparentaba, aunque fuera capaz de mantener la calma por fuera quería acercarse y jugar en aquella piel que desde la distancia se miraba suave. Deseaba comprobar el rostro del chico cuando sintiera el frío contacto sobre su piel. Sonrió por sin dejando notar cierta ansiedad que le molestaba, una sonrisa que podía dar algo de temor. –En cualquier caso aprenderás algo de mí.-
Kreios- Jefe de la Tienda
- Sexualidad :
Mensajes : 299
Fecha de inscripción : 15/11/2011
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Le vio cerrar los ojos y Mehiel se mantuvo frente a él, paciente e inmovil, otorgandole sin tan siquiera pensar en ello todo el tiempo que necesitara para responder a aquella en principio simple pregunta. Mientras el otro pensaba él se entretuvo recorriendo con la mirada las facciones de su rostro... Aquellas pestañas la aparente suavidad de su piel, su palidez, aquellos labios, a su forma de ver, perfectos, el pelo rubio que recortaba su rostro a la perfección.. Decir que su nuevo amo era guapo era decir muy poco, aquella palabra no le hacía justicia, y a pesar de aquella apariencia quizas un tanto delicada el incubo no podia evitar sentirse atraido por él, pues con aquellas pocas palabras que habia cruzado sabía que no era en absoluto tan delicado, que tenia su caracter bastante marcado, y era precisamente esa contradicción la que hacia a aquel hombre tan atracctivo a sus ojos.
Al ser una criatura que se dejaba llevar por sus instintos a cada segundo, no le hubiera importado insinuarsele descaradamente, intentar seducirlo hasta que continuaran aquella conversación sin palabras y en posicion horizontal, pero algo le impedía sucumbir a sus impulsos de momento. ¿Quizás el hecho de que era la primera vez que se encontraban? ¿El no saber absolutamente nada de él? ¿El que se tratara de alguien importante, de alto rango? Lo dudaba mucho, a él aquel tipo de protocolo no hablado le traia sin cuidado.
¿Entonces qué?
Fue entonces cuando Kreios abrió los ojos, con aquella sonrisa en sus labios y sin proponerselo volco toda su atención al sonido de su voz, a sus palabras, motivado por la expresion dura de sus ojos violaceos. Era interesante, segun las palabras de su amo no le habia comprado por que le interesara, no porque se encaprichara de él, sino porque necesitaba a alguien alrededor... "molesto", segun sus palabras, pero algo le dijo al joven incubo que no lo era tanto. Nadie mantiene a su lado algo que le desagrada o no soporta por muy acostumbrado que este a ello... o, en el caso del rubio, lo busca. Aún así no dijo nada al respecto, clavando sus ojos azules en los del contrario, especialmente en aquel que justo se acababa de descubrir.
-Esta bien, no es algo que me moleste... -acepto, asintiendo sutilmente con la cabeza- Espero ser un buen suplente, entonces -sonrio suavemente por primera vez, sincero y ligeramente divertido ante aquella situación.
Nunca había suplantado a nadíe. No haría nada especial, seria él mismo, intentaría agradar al otro cuando quisiera y se rebelaría cuando lo viera necesario. Punto.
De nuevo se acerco a aquel tenedor cargado de comida y comio de él docilmente, sin tan siquiera dudar un poco, justo como habia hecho por primera vez. La verdad era que en lo poco que llevaban de día aún no habia comido nada, asi que agradecía que le ofreciera lo que fuera. Como siempre lo observaba con calma, no sin cierta curiosidad por saber qué ocupaba la mente de aquel hombre en lo que duraban aquellos largos silencios, pero sin esperanza alguna de adivinarlo, pues apenas había tratado con él. Supuso que a medida que pasara el tiempo a su lado le seria más facil leer aquellas emociones que llenaban su mirada.
Cuando saco aquella daga el pet en seguida bajo sus ojos azules hasta esta y, al ver que se la ofrecia de algun modo, la tomó con cuidado entre sus manos para observarla más de cerca. No se hizo daño, ni mucho menos, de hecho acaricio su filo con la yema de sus dedos suavemente mientras el contrario hablaba, leyendo aquel curioso grabado a la vez que escuchaba aquel pequeño desafío. La luz rebotaba en la pulida superficie del arma y se reflejaba en su rostro, escandilandole sutilmente en ocasiones.
Miro un momento al mayor cuando acabo aquella frase que habia dejado en el aire y alzo un tanto una de sus cejas pelirrojas.
-¿Un juego..? -preguntó, entre intrigado y extrañado, volviendo a mirar la daga, pensativo.
"Lucifer"... ¿Qué podia significar? A su entendimiento habia tres posibles respuestas... la primera era que aquella se trataba del arma de algun amigo o familiar que portara aquel nombre y quizas el rubio la habia obtenido como regalo o gracias a una herencia, que se tratara de una reliquia valiosa. La segunda era que él mismo se hubiera hecho de aquella daga y aquel fuera el nombre que le puso a la misma... habia gente lo suficientemente maníaca como para poner nombres a sus cosas, pero intuía que Kreíos no era de aquel tipo de personas, aunque quizas tuviera otras muchas manías.
Despues de la primera opción solo quedaba una ultima... que recordando lo que supuestamente habia oído de él pero no recordaba bien y lo poco que habia visto acerca de su comportamiento y gestos le parecía la más viable... Así que se decidió por esta... Si se equivocaba ¿qué era lo peor que le podía pasar..?
-¿Podría ser un mote o apodo...? -habló lentamente, volviendo a tenderle aquella preciosa pertenencia, mirandole una vez más- ¿Es así como te llaman..?
Al ser una criatura que se dejaba llevar por sus instintos a cada segundo, no le hubiera importado insinuarsele descaradamente, intentar seducirlo hasta que continuaran aquella conversación sin palabras y en posicion horizontal, pero algo le impedía sucumbir a sus impulsos de momento. ¿Quizás el hecho de que era la primera vez que se encontraban? ¿El no saber absolutamente nada de él? ¿El que se tratara de alguien importante, de alto rango? Lo dudaba mucho, a él aquel tipo de protocolo no hablado le traia sin cuidado.
¿Entonces qué?
Fue entonces cuando Kreios abrió los ojos, con aquella sonrisa en sus labios y sin proponerselo volco toda su atención al sonido de su voz, a sus palabras, motivado por la expresion dura de sus ojos violaceos. Era interesante, segun las palabras de su amo no le habia comprado por que le interesara, no porque se encaprichara de él, sino porque necesitaba a alguien alrededor... "molesto", segun sus palabras, pero algo le dijo al joven incubo que no lo era tanto. Nadie mantiene a su lado algo que le desagrada o no soporta por muy acostumbrado que este a ello... o, en el caso del rubio, lo busca. Aún así no dijo nada al respecto, clavando sus ojos azules en los del contrario, especialmente en aquel que justo se acababa de descubrir.
-Esta bien, no es algo que me moleste... -acepto, asintiendo sutilmente con la cabeza- Espero ser un buen suplente, entonces -sonrio suavemente por primera vez, sincero y ligeramente divertido ante aquella situación.
Nunca había suplantado a nadíe. No haría nada especial, seria él mismo, intentaría agradar al otro cuando quisiera y se rebelaría cuando lo viera necesario. Punto.
De nuevo se acerco a aquel tenedor cargado de comida y comio de él docilmente, sin tan siquiera dudar un poco, justo como habia hecho por primera vez. La verdad era que en lo poco que llevaban de día aún no habia comido nada, asi que agradecía que le ofreciera lo que fuera. Como siempre lo observaba con calma, no sin cierta curiosidad por saber qué ocupaba la mente de aquel hombre en lo que duraban aquellos largos silencios, pero sin esperanza alguna de adivinarlo, pues apenas había tratado con él. Supuso que a medida que pasara el tiempo a su lado le seria más facil leer aquellas emociones que llenaban su mirada.
Cuando saco aquella daga el pet en seguida bajo sus ojos azules hasta esta y, al ver que se la ofrecia de algun modo, la tomó con cuidado entre sus manos para observarla más de cerca. No se hizo daño, ni mucho menos, de hecho acaricio su filo con la yema de sus dedos suavemente mientras el contrario hablaba, leyendo aquel curioso grabado a la vez que escuchaba aquel pequeño desafío. La luz rebotaba en la pulida superficie del arma y se reflejaba en su rostro, escandilandole sutilmente en ocasiones.
Miro un momento al mayor cuando acabo aquella frase que habia dejado en el aire y alzo un tanto una de sus cejas pelirrojas.
-¿Un juego..? -preguntó, entre intrigado y extrañado, volviendo a mirar la daga, pensativo.
"Lucifer"... ¿Qué podia significar? A su entendimiento habia tres posibles respuestas... la primera era que aquella se trataba del arma de algun amigo o familiar que portara aquel nombre y quizas el rubio la habia obtenido como regalo o gracias a una herencia, que se tratara de una reliquia valiosa. La segunda era que él mismo se hubiera hecho de aquella daga y aquel fuera el nombre que le puso a la misma... habia gente lo suficientemente maníaca como para poner nombres a sus cosas, pero intuía que Kreíos no era de aquel tipo de personas, aunque quizas tuviera otras muchas manías.
Despues de la primera opción solo quedaba una ultima... que recordando lo que supuestamente habia oído de él pero no recordaba bien y lo poco que habia visto acerca de su comportamiento y gestos le parecía la más viable... Así que se decidió por esta... Si se equivocaba ¿qué era lo peor que le podía pasar..?
-¿Podría ser un mote o apodo...? -habló lentamente, volviendo a tenderle aquella preciosa pertenencia, mirandole una vez más- ¿Es así como te llaman..?
Invitado- Invitado
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Hermosa, una escena tan simple como lo era aquel chico de apariencia delicada, piel suave y ojos profundos con quizá su objeto más preciado en manos. Habría deseado admitir que si el tiempo se detuviera en aquel instante sería feliz, pero en verdad esa palabra la desconocía. Porque el incubo era un completo desconocido, uno increíblemente seductor que llenaba su mente con ideas peligrosas pero solo un desconocido. ¿En verdad se planteaba cambiar eso? Su vida a simple vista era perfecta pese a lo vacía. Un trabajo con todos los beneficios que quisiera, una casa cómoda lejos de la ciudad y apenas contacto con su familia. Lo que quisiera lo tenía, aquel joven pensativo frente a él era una prueba más de aquello. Quizá era que inconscientemente buscara llenar aquel vacío, aunque nunca lo había siquiera pensado o intentado. En su mente aquello era una locura, en su corazón, aún él lo tenía, era un delirio. ¿Volver a repetir un error que nunca debió cometer? ¿Pero en verdad podía llamarlo un error? Pensar dolía, el silencio y el tiempo encerrado lo hacían. En su vida jamás existió algo de lo cual arrepentirse, eso no significaba que no dolieran sus errores. Pero también había aprendido que suicidarse no le estaba permitido, tenía dos constantes recordatorios de ello. Su mente pérdida entre tantas ideas que a lo largo del tiempo habían ido dispersándose eran una verdadera molestia. La razón de huir de si mismo era esa, enfrentarse a si mismo era muy sencillo pero enfrentarse a las cosas que no podía cambiar nunca podían terminar bien por mucho que lo intentara. Que su vida también dependiera de otros y no solo de él, eso estaba prohibido.
Su rostro se ilumino entonces ante su respuesta. Sin considerarlo correctamente había dado inicio al mismo error de antes. Esta vez sí era responsable pero no podía saber si terminaría igual o peor. Tomó el objeto en sus manos tranquilizándose con el frio contacto que le ofrecía, aunque en los puntos donde el otro la sostuvo era posible percibir su calidez. ¿Para que pensarlo tanto? Era mejor disfrutar lo que pudiera y cuando llegara el momento él mismo arreglaría las consecuencias. Lo había hecho una vez, podía volver a hacerlo. Observo al incubo, lo disfrutaría, aprendería y si en algun momento comenzaba a apegarse utilizaría apropiadamente aquella daga. –Antes solían llamarme así como si fuera algo malo, ahora usan mi nombre porque soy alguien importante. Aunque por lo bajo ese apodo sigue circulando, me he asegurado de eso.- Retiro el plato del frente, antes de acortar la distancia con Mehiel y tomarlo por el mentón con la mano derecha. Podía notar su reflejo en aquellos ojos azules, y la imagen que le devolvían le gustaba. Su rostro se acercó escasos milímetros para que el roce fuera posible pero solo como una lejana sensación.
-A mí me gusta ese nombre, siempre he creído que va muy bien con quien soy realmente.- Liberó su suave agarre llevando su mano hasta el pecho y presionando para recostarlo, con cuidado de no parecer exigente. Si todo lo que aparecía en la ficha del menor era verdad, entonces no intentaría alejarlo hasta que descubriera lo que en verdad tenía en mente. Las fichas normalmente contaban la verdad a menos que él se metiera con ellas, en ese caso solía suavizar un poco más cierta información. Esa ficha nunca la había tocado. Con su mano libre levanto las ropas de aquel dejando descubierto su abdomen, cubierto de la misma sedosa piel del resto de su cuerpo sin una sola marca. Sabía que muchas manos habían pasado por esta, eso no le molestaba en lo absoluto. Pero las próximas que lo hicieran lo pensarían antes porque compartir era algo que jamás aprendió. No es que fuera a prohibirlo, no era su forma de ser el tener reglas o imponerla. No le gustaban las palabras y amenazas vacías, era mejor actuar cuando el momento llegara haciendo entender que todo lo que se hiciera tenía consecuencias. ¿Cruel? Aún más si se repetía la misma imprudencia. Claro que no le enojaba, cualquier excusa para divertirse le servía. Las manos que se acercaran a Mehiel lo comprobarían, porque el incubo le daba una excusa perfecta.
-¿Te importaría usar ese nombre conmigo?- Beso suavemente aquella piel que había descubierto antes, casi como si pidiera permiso primero. Permiso que igual jamás le era negado. –Si voy a tener que soportarte todo el tiempo a partir de hoy, prefiero que lo uses. Claro que puedes acortarlo si gustas pero… así todos entenderán que estas bajo mi cuidado.- Volvió a besarlo bajando un poco más, tocaba al incubo como si tocara algo importante y preciado. Era un desconocido, pero si le pertenecía entonces era importante. Si sería su fuente de entretenimiento, merecía ser cuidado. Era una lástima que él no supiera como serlo realmente. –Te dará más libertad cuando camines por la tienda, incluso te darán de comer lo mismo que a mí.- Su voz sonaba dulce, como si tratara de convencerlo que era un buen trato. Como si lo invitara a hacer una cosa peligrosa… -Esa atención y libertad es el precio por ser mío.-
Su rostro se ilumino entonces ante su respuesta. Sin considerarlo correctamente había dado inicio al mismo error de antes. Esta vez sí era responsable pero no podía saber si terminaría igual o peor. Tomó el objeto en sus manos tranquilizándose con el frio contacto que le ofrecía, aunque en los puntos donde el otro la sostuvo era posible percibir su calidez. ¿Para que pensarlo tanto? Era mejor disfrutar lo que pudiera y cuando llegara el momento él mismo arreglaría las consecuencias. Lo había hecho una vez, podía volver a hacerlo. Observo al incubo, lo disfrutaría, aprendería y si en algun momento comenzaba a apegarse utilizaría apropiadamente aquella daga. –Antes solían llamarme así como si fuera algo malo, ahora usan mi nombre porque soy alguien importante. Aunque por lo bajo ese apodo sigue circulando, me he asegurado de eso.- Retiro el plato del frente, antes de acortar la distancia con Mehiel y tomarlo por el mentón con la mano derecha. Podía notar su reflejo en aquellos ojos azules, y la imagen que le devolvían le gustaba. Su rostro se acercó escasos milímetros para que el roce fuera posible pero solo como una lejana sensación.
-A mí me gusta ese nombre, siempre he creído que va muy bien con quien soy realmente.- Liberó su suave agarre llevando su mano hasta el pecho y presionando para recostarlo, con cuidado de no parecer exigente. Si todo lo que aparecía en la ficha del menor era verdad, entonces no intentaría alejarlo hasta que descubriera lo que en verdad tenía en mente. Las fichas normalmente contaban la verdad a menos que él se metiera con ellas, en ese caso solía suavizar un poco más cierta información. Esa ficha nunca la había tocado. Con su mano libre levanto las ropas de aquel dejando descubierto su abdomen, cubierto de la misma sedosa piel del resto de su cuerpo sin una sola marca. Sabía que muchas manos habían pasado por esta, eso no le molestaba en lo absoluto. Pero las próximas que lo hicieran lo pensarían antes porque compartir era algo que jamás aprendió. No es que fuera a prohibirlo, no era su forma de ser el tener reglas o imponerla. No le gustaban las palabras y amenazas vacías, era mejor actuar cuando el momento llegara haciendo entender que todo lo que se hiciera tenía consecuencias. ¿Cruel? Aún más si se repetía la misma imprudencia. Claro que no le enojaba, cualquier excusa para divertirse le servía. Las manos que se acercaran a Mehiel lo comprobarían, porque el incubo le daba una excusa perfecta.
-¿Te importaría usar ese nombre conmigo?- Beso suavemente aquella piel que había descubierto antes, casi como si pidiera permiso primero. Permiso que igual jamás le era negado. –Si voy a tener que soportarte todo el tiempo a partir de hoy, prefiero que lo uses. Claro que puedes acortarlo si gustas pero… así todos entenderán que estas bajo mi cuidado.- Volvió a besarlo bajando un poco más, tocaba al incubo como si tocara algo importante y preciado. Era un desconocido, pero si le pertenecía entonces era importante. Si sería su fuente de entretenimiento, merecía ser cuidado. Era una lástima que él no supiera como serlo realmente. –Te dará más libertad cuando camines por la tienda, incluso te darán de comer lo mismo que a mí.- Su voz sonaba dulce, como si tratara de convencerlo que era un buen trato. Como si lo invitara a hacer una cosa peligrosa… -Esa atención y libertad es el precio por ser mío.-
Kreios- Jefe de la Tienda
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Fecha de inscripción : 15/11/2011
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Aquel suave pero intrigante rostro se habia iluminado al oir su respuesta. Había acertado, lo sabía, y aquello le hizo relajarse aún más de lo que estaba, pues parecia que aquel simple acierto lo acercaria un tanto más a el que sería su amo. Sin embargo viendolo allí, sosteniendo aquella arma con tanto cuidado y quizas hasta cariño se preguntó el porqué de aquel apodo... en apariencia aquel hombre podría parecer cualquier cosa antes que un demonio, que Lúcifer en sí, pero él, que le acababa de conocer, no era quien para juzgarlo o pararse a dudar sobre la naturaleza de aquel segundo nombre. Fijo su mirada en la daga unos segundos antes de percibir la mirada del contrario sobre él, llamando a la suya. Sus ojos se encontraron cuando el mayor comenzó a hablar y el joven incubo le presto toda su atención hasta que las distancias se acortaron.
En el mismo momento en que la mano de Kreios tocó su mentón, el dialogo paso a ser ruido de fondo... Cuando sus narices rozaron suavemente entrecerro la mirada y separo sutilmente sus labios, bebiendo de su aliento, con hipnotizado, deseando con todo su cuerpo más de su cercanía, más contacto, pero intentando ser lo suficientemente cauteloso como para dejar que su amo diera el primer paso... por eso cuando, despues de unas pocas palabras un tanto confusas, se separó de su rostro, él se quedo ligeramente deshorientado, haciendo inclusive el ademán de volver a acercarsele, mas conteniendose en el ultimo momento, suspirando lenta y suavemente por la nariz. Paciencia... Su mente le insistía en que fuera paciente, pero sus instintos, tan bajos y potentes, le exigían mucho más. Por suerte no tuvo porqué "atacar" al rubio, sino que este le consintió con más atenciones al poner la mano sobre su pecho, presionando lo justo para que el pelirrojo entendiera qué quería, echandose docilmente hacia atrás, tumbandose en el suelo obedientemente sin desclavar sus ojos azules de los violaceos del otro. Todo su deseo despertó al sentir como le levantaba la camiseta y observaba su abdomen suave y blanco y, nada más sentir el primer beso sobre su piel, se mordio suavemente los labios, dejandole hacer, claro estaba, completamente entregado a aquel tipo de sensaciones a pesar de que le otorgara estas mismas un completo desconocido... Ademas, era la primera vez que le tocaban de aquel modo, con tanta gentileza y cuidado y aquello le resultaba increiblemente agradable y sorprendentemente delicioso.
Entre beso y beso sonaban las palabras del adulto en sus oidos, como un eco lejano, suave y meloso, como el sisear de una serpiente y, en ocasiones, asintio suavemente a sus palabras aunque no tuviera porqué hacerlo. "Si voy a tener que soportarte" había dicho... como si estuviera obligado a estar a su lado cuando era él mismo quien le habia comprado por su propio pie, como el ser caprichoso que había dicho ser. Sonrio sutilmente, con cierto aire ironico, aunque con el segundo beso aquella sonrisa se esfumara rápidamente y una de sus manos, envalentonada por las ganas de él que estaba sintiendo el pet, se acercara a la cabeza del contrario, enredando suavemente alguno de sus dedos en su pelo al mismo tiempo que su cuerpo, sinuoso, se arqueaba tan solo un poco cuanto más bajaban los labios del mayor, buscando más de aquella suavidad, suspirando suavemente sin ser consciente de ello.
Era sensible... demasiado sensible. Nunca habia tenido claro si aquello era más una maldición que una bendición, pues cada caricia tenia un efecto en exceso placentero para él y justo por eso no era demasiado dificil someterle completamente. Le miro con fijeza durante unos minutos antes de hablar... Sin duda aquella era una buena noticia... pues segun las palabras de Kreios seria tratado más como una persona (y una persona importante) que como un simple pet. Viviria mejor, tendria libertad para caminar por aquellos pasillos sin que nadie le llamara la atención por andar fuera de su habitación, comería mejor... Eran grandes ventajas de las que podría aprobecharse de más, pero...
-Esa atención y libertad me traen sin cuidado... -respondió, hablando con total sinceridad, como siempre pues realmente aquello, para él, era lo de menos. Bajó aquella mano que acariciaba su pelo hasta su rostro, acariciando su piel con la punta de sus dedos al hablar- Pero si deseas que te llame por ese nombre lo haré... Lúcifer.
En el mismo momento en que la mano de Kreios tocó su mentón, el dialogo paso a ser ruido de fondo... Cuando sus narices rozaron suavemente entrecerro la mirada y separo sutilmente sus labios, bebiendo de su aliento, con hipnotizado, deseando con todo su cuerpo más de su cercanía, más contacto, pero intentando ser lo suficientemente cauteloso como para dejar que su amo diera el primer paso... por eso cuando, despues de unas pocas palabras un tanto confusas, se separó de su rostro, él se quedo ligeramente deshorientado, haciendo inclusive el ademán de volver a acercarsele, mas conteniendose en el ultimo momento, suspirando lenta y suavemente por la nariz. Paciencia... Su mente le insistía en que fuera paciente, pero sus instintos, tan bajos y potentes, le exigían mucho más. Por suerte no tuvo porqué "atacar" al rubio, sino que este le consintió con más atenciones al poner la mano sobre su pecho, presionando lo justo para que el pelirrojo entendiera qué quería, echandose docilmente hacia atrás, tumbandose en el suelo obedientemente sin desclavar sus ojos azules de los violaceos del otro. Todo su deseo despertó al sentir como le levantaba la camiseta y observaba su abdomen suave y blanco y, nada más sentir el primer beso sobre su piel, se mordio suavemente los labios, dejandole hacer, claro estaba, completamente entregado a aquel tipo de sensaciones a pesar de que le otorgara estas mismas un completo desconocido... Ademas, era la primera vez que le tocaban de aquel modo, con tanta gentileza y cuidado y aquello le resultaba increiblemente agradable y sorprendentemente delicioso.
Entre beso y beso sonaban las palabras del adulto en sus oidos, como un eco lejano, suave y meloso, como el sisear de una serpiente y, en ocasiones, asintio suavemente a sus palabras aunque no tuviera porqué hacerlo. "Si voy a tener que soportarte" había dicho... como si estuviera obligado a estar a su lado cuando era él mismo quien le habia comprado por su propio pie, como el ser caprichoso que había dicho ser. Sonrio sutilmente, con cierto aire ironico, aunque con el segundo beso aquella sonrisa se esfumara rápidamente y una de sus manos, envalentonada por las ganas de él que estaba sintiendo el pet, se acercara a la cabeza del contrario, enredando suavemente alguno de sus dedos en su pelo al mismo tiempo que su cuerpo, sinuoso, se arqueaba tan solo un poco cuanto más bajaban los labios del mayor, buscando más de aquella suavidad, suspirando suavemente sin ser consciente de ello.
Era sensible... demasiado sensible. Nunca habia tenido claro si aquello era más una maldición que una bendición, pues cada caricia tenia un efecto en exceso placentero para él y justo por eso no era demasiado dificil someterle completamente. Le miro con fijeza durante unos minutos antes de hablar... Sin duda aquella era una buena noticia... pues segun las palabras de Kreios seria tratado más como una persona (y una persona importante) que como un simple pet. Viviria mejor, tendria libertad para caminar por aquellos pasillos sin que nadie le llamara la atención por andar fuera de su habitación, comería mejor... Eran grandes ventajas de las que podría aprobecharse de más, pero...
-Esa atención y libertad me traen sin cuidado... -respondió, hablando con total sinceridad, como siempre pues realmente aquello, para él, era lo de menos. Bajó aquella mano que acariciaba su pelo hasta su rostro, acariciando su piel con la punta de sus dedos al hablar- Pero si deseas que te llame por ese nombre lo haré... Lúcifer.
Invitado- Invitado
Re: Enterrado en trabajo esperandolo~
Debía felicitarse a sí mismo, la docilidad de aquel cuerpo era un placer que le resultaba difícil describir. Su elección había sido perfecta, además de haber encontrado de forma fácil de como manipular al incubo tan eficiente que si no tenía cuidado se dejaría él mismo llevar. Claro, no es de extrañarse que con aquella raza fuera adictivo, pero aquello podía ser un mal tan grande como un bien semejante. Su sensibilidad era también una delicadeza sutil, clara pero que debía ser explorada con mayor cuidado para apreciarla. Una vez intento darle ese grado de sensación a un pet, no podría decir que saliera mal el cruel experimento pero quizá había errado en la elección del chico. Alguien que respondiera como Mehiel era algo que muchos habrían pagado por un precio exorbitante… Ya se encargaría luego de ir por el lugar haciendo énfasis en aquello y exhibiendo su linda pertenencia. No planeaba compartirlo, pero eso no era lo mismo que mostrarlo como su pequeño tesoro mientras durara. Además existía algo que se negaba a permitir dar muestras de existencia, y es que en ese casi imperceptible momento en que aquel quiso retenerlo de alejarse lo había notado y le gusto. Le fascino el que sus dedos se rodearan de su cabello como buscando que no le dejara. Que alguien, por el motivo que fuera, en lugar de alejarlo lo atrajera intentado evitar la distancia era algo que siempre había sido placentero para él. Algo que siempre le confundía cortamente pues terminaba por esfumarse, tal y como lo haría en esta ocasión según él.
-Casi logro comprender porque tu y tu raza suelen darnos tantos problemas con el comportamientos de las otras mascotas- Sin embargo no lo comparaban o confundían con un demonio solo por su apariencia, ni por saber utilizarla en su beneficio. Dejarse llevar tan fácilmente por los deseos de alguien más simplemente no sucedía, sus deseos estaban primero. Los dedos de su mano derecha recorrieron suavemente su abdomen, alejándose lentamente para observarlo completamente. Cuantas ideas no habrían recorrido la mente de cualquier persona ante la imagen que se le extendía. La belleza era algo que le atraía, lo que tenía delante solo podía ser descrito con sinónimos de la misma. Más nada podría ser tan hermoso como manchar un poco aquello para que destacara más lo armonioso. –Asumiré que muchos han dicho lo maravilloso que eres en apariencia, seguramente en otros aspectos también.-
Su mano izquierda se deslizo discretamente hasta el mango de la daga que se encontraba levemente abandonada a un lado, la empuño firme pero de forma flexible sin poder dejar de sonreír o retirar su mirada de la azul que le retenía. Su mano sobre el abdomen se encargó de levantar aún más la camiseta, antes de ejercer cierta presión, mayor pero no lo suficiente para lastimarlo. Como si lo hubiera realizado tantas veces con suma elegancia elevo el objeto colocando la afilada punta al borde izquierdo de su abdomen desde su punto de vista, presionándola apenas. Sus ojos se volvieron entonces a aquel punto, con clara ansiedad mostrada en ellos. Antes de cualquier reacción del contrario que podría indicar que huiría la afilada hoja se deslizo por su piel cortándola verticalmente. Seguro, firme con el cuidado de hacer un movimiento ágil pero lento y profundo, nada prolijo. Un segundo corte horizontal se unió al primero justo por donde había terminado el primero. No pretendía matarlo, ninguno de los cortes había hecho más que penetrar su piel hasta lo más profundo pero eso no impedía que la sangre brotara fascinando al mayor.
Alejó el instrumento llevándoselo a los labios para probar los rastros de aquella substancia rojiza como el cabello de su dueño. Sin dejar de presionar para que no escapara se concentró apenas en su rostro ni siquiera importándole si había causado algún dolor. –Quizá, ya no te lo digan tanto ahora, pero eres de lo más sublime que hay.- La arrogancia se escuchaba en sus labios, mostrándose con la crueldad que en verdad poseía sin reparar que aquel bajo su cuerpo podría odiarlo o tener alguna opinión. Y como si su tarea hubiera sido suspendida por demasiado tiempo la punta se dirigió de nuevo con cuidado recorriendo la tersa piel hasta estar a una distancia considerable de las primeras marcas. Otro corte vertical con el mismo proceso se dibujo, seguido a no mucha distancia pero sobre el borde derecho del abdomen por otro vertical y una pequeña curva en la parte superior del último.
No consideraba nada más que la piel y el metal, la sangre que corría por la superficie manchando ropa, cuerpo y su oficina. El tiempo seguía inmóvil en aquel hombre embelesado por la ahora perfecta imagen. Podría haber parecido un demente sin conciencia sobre sus actos, pero era todo lo contrario. No había pretendido jamás matarlo, no buscaba tampoco torturarlo sin descanso durante el primer día. El chico debía durarle un tiempo siquiera. El corte cicatrizaría de forma que aquella letra “L” tan rústica no se borraría jamás, al igual que la “i” y la “r”. Había cuidado evitar las letras con curvas pronunciadas pues sería difícil, además de dejar cierta distancia una de otra para no maltratar tanto el mismo sector de piel. Eventualmente terminaría de cortar su nombre, de momento deseaba que aquello cicatrizara. No es que tuviera el hábito de marcar así con su nombre todo, pero siempre había deseado hacerlo en alguien.
Con sumo cuidado, como si en verdad siguiera tocando algo preciado aún luego de aquel acto su rostro se acercó hasta que a no mucha distancia permitió que su lengua recorriera los primeros cortes sin que su brazo derecho aflojara la presión en el pecho. El sabor de aquel cuerpo y la sangre se sentía bastante bien, en su mente se iban afirmando otras ideas aparte que siempre había tenido pero que guardaría para otro momento. –Sabes bien… demasiado bien.- Sonrió difícilmente definible como feliz o cruel, quizá lujuria o simple deseo.
-Casi logro comprender porque tu y tu raza suelen darnos tantos problemas con el comportamientos de las otras mascotas- Sin embargo no lo comparaban o confundían con un demonio solo por su apariencia, ni por saber utilizarla en su beneficio. Dejarse llevar tan fácilmente por los deseos de alguien más simplemente no sucedía, sus deseos estaban primero. Los dedos de su mano derecha recorrieron suavemente su abdomen, alejándose lentamente para observarlo completamente. Cuantas ideas no habrían recorrido la mente de cualquier persona ante la imagen que se le extendía. La belleza era algo que le atraía, lo que tenía delante solo podía ser descrito con sinónimos de la misma. Más nada podría ser tan hermoso como manchar un poco aquello para que destacara más lo armonioso. –Asumiré que muchos han dicho lo maravilloso que eres en apariencia, seguramente en otros aspectos también.-
Su mano izquierda se deslizo discretamente hasta el mango de la daga que se encontraba levemente abandonada a un lado, la empuño firme pero de forma flexible sin poder dejar de sonreír o retirar su mirada de la azul que le retenía. Su mano sobre el abdomen se encargó de levantar aún más la camiseta, antes de ejercer cierta presión, mayor pero no lo suficiente para lastimarlo. Como si lo hubiera realizado tantas veces con suma elegancia elevo el objeto colocando la afilada punta al borde izquierdo de su abdomen desde su punto de vista, presionándola apenas. Sus ojos se volvieron entonces a aquel punto, con clara ansiedad mostrada en ellos. Antes de cualquier reacción del contrario que podría indicar que huiría la afilada hoja se deslizo por su piel cortándola verticalmente. Seguro, firme con el cuidado de hacer un movimiento ágil pero lento y profundo, nada prolijo. Un segundo corte horizontal se unió al primero justo por donde había terminado el primero. No pretendía matarlo, ninguno de los cortes había hecho más que penetrar su piel hasta lo más profundo pero eso no impedía que la sangre brotara fascinando al mayor.
Alejó el instrumento llevándoselo a los labios para probar los rastros de aquella substancia rojiza como el cabello de su dueño. Sin dejar de presionar para que no escapara se concentró apenas en su rostro ni siquiera importándole si había causado algún dolor. –Quizá, ya no te lo digan tanto ahora, pero eres de lo más sublime que hay.- La arrogancia se escuchaba en sus labios, mostrándose con la crueldad que en verdad poseía sin reparar que aquel bajo su cuerpo podría odiarlo o tener alguna opinión. Y como si su tarea hubiera sido suspendida por demasiado tiempo la punta se dirigió de nuevo con cuidado recorriendo la tersa piel hasta estar a una distancia considerable de las primeras marcas. Otro corte vertical con el mismo proceso se dibujo, seguido a no mucha distancia pero sobre el borde derecho del abdomen por otro vertical y una pequeña curva en la parte superior del último.
No consideraba nada más que la piel y el metal, la sangre que corría por la superficie manchando ropa, cuerpo y su oficina. El tiempo seguía inmóvil en aquel hombre embelesado por la ahora perfecta imagen. Podría haber parecido un demente sin conciencia sobre sus actos, pero era todo lo contrario. No había pretendido jamás matarlo, no buscaba tampoco torturarlo sin descanso durante el primer día. El chico debía durarle un tiempo siquiera. El corte cicatrizaría de forma que aquella letra “L” tan rústica no se borraría jamás, al igual que la “i” y la “r”. Había cuidado evitar las letras con curvas pronunciadas pues sería difícil, además de dejar cierta distancia una de otra para no maltratar tanto el mismo sector de piel. Eventualmente terminaría de cortar su nombre, de momento deseaba que aquello cicatrizara. No es que tuviera el hábito de marcar así con su nombre todo, pero siempre había deseado hacerlo en alguien.
Con sumo cuidado, como si en verdad siguiera tocando algo preciado aún luego de aquel acto su rostro se acercó hasta que a no mucha distancia permitió que su lengua recorriera los primeros cortes sin que su brazo derecho aflojara la presión en el pecho. El sabor de aquel cuerpo y la sangre se sentía bastante bien, en su mente se iban afirmando otras ideas aparte que siempre había tenido pero que guardaría para otro momento. –Sabes bien… demasiado bien.- Sonrió difícilmente definible como feliz o cruel, quizá lujuria o simple deseo.
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