Festival de otoño "Milanesa con Papas" EVENTO Tema A

Un día más…

Suspiró, removiéndose en la cama a causa de la incomodidad que le provocaba un rayo de luz que se colaba por las cortinas. Intentó mantenerse dormida, pero sentir aquella pequeña figura a su lado removiéndose inquieta tuvo que abrir los ojos lentamente y una pequeña sonrisa cruzó sus labios. Se acercó a ella y besó su frente, acurrucándola -¿Acaso tú nunca duermes, princesa?- La niña, que tenía apenas siete años, negó con la cabeza entre risas, escapándose de sus brazos para ir rápidamente hacia el ropero y comenzar a buscar ropa para cambiarse. Hazel se sentó en la cama y simplemente se quedó mirándola. Finalmente era el día, su pequeña no había dejado de hablar del tema... ¿En serio iban a hacer un festival así? A Hazel le causaba risa pero tendría que ir, después de todo la más pequeña quería hacerlo y ya que su padre había contratado a la mujer para cuidar de ella no podía negarlo. En realidad, muy probablemente no se lo habría negado aún sin un contrato de por medio. Adoraba a esa niña. -Anda a bañarte y yo haré algo de desayunar… luego iremos a pasear- Le prometió una vez más al ver su expresión tan emocionada y luego de dichas palabras la niña asintió y salió de la habitación para apresurarse a ello.

Y así había comenzado ese nuevo día, el cual la condujo finalmente a las afueras de Luxcya junto con su pequeña acompañante; en sus pensamientos repetía constantemente una pregunta: “¿desde cuándo soy niñera?” Aunque a decir verdad, no podía quejarse porque junto a ella se había divertido bastante y también estaba mucho más relajada. Y pensar que era su segundo trabajo con la niña; su padre solía salir de la ciudad en viajes de negocio que le alejaban incluso uno o dos meses, por lo que Hazel suponía que ese era el motivo por el que contrataba a una guardaespaldas en lugar de a una niñera, para asegurar que su princesita estuviera en perfectas manos. Era una buena niña, en ocasiones un poco solitaria aunque el padre hacía lo mejor posible por que estuviera feliz y, cuando volvía a casa, pasaba todo el tiempo posible con ella; la misma Hazel le había ofrecido sus servicios con una paga bastante modesta, teniendo en cuenta que trabajaba las 24 horas durante varios días, para cada vez que pudiera necesitarla. El dinero no era una prioridad de la mujer, al menos no en un contrato con aquel hombre. Conocía también al varón por antiguos trabajos; era una buena persona pero, sobre todo, un buen padre, y su hija era una dulzura.

Había muchas personas por las calles y todas las distintas áreas en que se había establecido el festival, debido a eso llevaba a la pequeña de la mano pues si no lo hacía sabía bien que la niña se echaría a correr y probablemente la perdería de vista; Hazel no deseaba pasarse un mal rato buscándola porque aunque la niña anduviera despreocupada, paseando por su cuenta, la mayor no podría estarse tranquila al pensar que algo podría pasarle. -Aly, quiero uno- La voz de la pequeña le sacó de sus pensamientos, notando que señalaba a un hombre que llevaba algodones de azúcar. Le sonrió levemente y se acercó con ella, pidiendo uno para la menor y, sin aguantar el impulso, uno para ella misma.

Sería un día lleno de cosas interesantes

El caballero les atendió amablemente, sonriéndole a la pequeña mientras le entregaba su golosina y luego le dedicó una cálida expresión a la mayor -¿Es su hija?- Inquirió con curiosidad, a lo que Hazel respondería con una pequeña risita y observaría a la menor unos segundos que, a su vez, miraba a su ‘niñera’ -Supongo que por hoy lo es- No le encantaba la gente, sin embargo era imposible no darle un trato cordial a alguien como aquel hombre, que curiosamente no le había parecido molesto, incluso aparentaba ser algo agradable. El varón comprendió un poco a lo que Hazel se refería, lo necesario, y llevó su mirada a la pequeña. Asintió suavemente y luego regresó sus ojos a Hazel -Usted y los padres de la pequeña son muy afortunados. Es una pequeña muy alegre- Hazel se sorprendió un poco al escuchar lo primero, mientras que al escuchar lo segundo no hizo más que soltar una risita de complicidad, mirando a la menor que parecía algo confundida. “No necesita decírmelo” pensó divertida al recordar todo lo que la niña hacía y deshacía. Las dos féminas se despidieron amablemente del varón antes de seguir su camino, sosteniendo el algodón de azúcar en una mano y con la otra tomando la de su compañera para no separarse.

Se alejaron un poco de aquella área pues había mucha gente y, en su lugar, fueron a un pequeño parque donde tomaron asiento en una banca. Aunque Hazel se quedó quieta, disfrutando de su algodón de azúcar a pedacitos, la niña balanceaba las piernas enérgicamente y de forma ocasional buscaba darle una mordida, la más grande posible, a su algodón de azúcar; eso no consiguió más que mancharle el rostro alrededor de la boca. Al ver aquello, la mayor se rió un poco y negó con la cabeza, enseñándole a luego a la menor que era mejor que lo comiera por pedazos, así no se ensuciaría tanto.

Hacía calor, sin embargo no era tan abrumador como para que uno deseara ir a casa, protegerse del sol y beber una limonada helada… Hazel lo deseaba, pero se debía más a la cantidad de gente con la que se veía obligada a interactuar, no le gustaban los sitios concurridos. Sin embargo ver a la pequeña tan feliz, volteando a ver de aquí para allá con una enorme sonrisa, valía la pena. Se preguntaba cómo habría sido ella misma de niña, de haberlo sido alguna vez. En realidad, desde que tenía consciencia mantenía CASI la misma apariencia. ¿Qué había cambiado? Sus alas, blancas en un principio y posteriormente oscurecidas, las cuales terminaron por ser arrancadas por dos de sus “hermanos”. Era su mayor estigma, algo que le dolía inevitablemente aunque intentaba ignorar lo más posible. Hacía ya mucho tiempo desde eso… era mejor olvidarlo, dejarlo como lo que era: pasado.

El grito a lo lejos de Hazel, proveniente de la dulce voz de la pequeña, hizo que volviera a la realidad y volteara el rostro para encontrarse con la niña a varios metros, observándola con una gran sonrisa. Hazel arrugó el entrecejo y se levantó rápidamente, caminando hacia ella -Ange, ven aquí- Le llamó, sin embargo la pequeña echó a correr en la dirección opuesta y Hazel suspiró. La tenía en su rango visual, así que no le preocupaba, pero tampoco le encantaba la idea de correr detrás de ella y se limitó con apresurar un poco más el paso. Sin embargo, la pequeña que se volteaba cada dos o tres segundos a ver a Hazel, se distrajo en su recorrido y terminó chocando con una chica de blanca cabellera, cayendo de bruces al suelo. En ese momento Hazel sí echó a correr, llegando rápidamente junto a la joven y a la niña [color=mediumvioletred]-Disculpe, fue un accidente. Se agachó y miró las manos de la pequeña, que estaban raspadas por el pavimento y con algunas gotitas de sangre; aunque se mantenía callada, Hazel pudo ver en los ojos de la niña un par de lágrimas y relajó su expresión, acariciando su mejilla y acercándose a besar su frente -Está bien pequeña, no te pasó nada. No llores, ¿sí?- Le murmuró abrazándola con suavidad para después ponerse de pie, cargándola en sus brazos. Miró entonces a la joven con que Ange había tropezado y se disculpó una vez más -¿Se encuentra bien?-

Sonrió amablemente a la preocupada joven, negando con la cabeza -No se preocupe, señorita. Fue un accidente, esta pequeña revoltosa no se fijó por donde andaba… además, no es nada grave- Al terminar de hablar, besó con ternura la cabeza de la menor, que rodeaba su cuello con ambos brazos y se acurrucaba contra ella, cerrando sus ojos con lo que parecía ser una pequeña lágrima amenazando con salir de ellos. Hazel negó con la cabeza, riendo suavemente y fue a sentar a la pequeña a una banca cercana, acuclillándose delante de ella. Tomó sus manos y las miró un momento, desviando luego su mirada hacia los ojos de la niña. Apretó una de sus mejillas con suavidad, un gesto cariñoso que solía tener con ella cada que llegaba corriendo a su lado para avisarle de algo, seguramente una travesura, que había hecho -Vamos, chiquilla, no es nada. Ni siquiera te pegaste tan feo…- Luego de haberse asegurado por segunda vez de que en sus manos no se había hecho daño, le subió un poco el pantalón para revisar sus rodillas, las cuales estaban un poquito peor pues ahí si se había sacado un poquito de sangre. Hizo un pequeño puchero y antes de que la niña lo viera, volvió a acomodar su pantalón.

Pudo percatarse de que la mujer se había acercado con ellas, sentía su preocupación. Volteó a verla un momento, manteniéndole la mirada con una expresión neutra en el rostro aunque amable -Soy Hazel, mi pequeña cabra es Ange- Explicó revolviéndole el cabello a la niña, volteando a verla con una pequeña sonrisa antes de dirigirse nuevamente a su interlocutora -Disculpe, ¿podría pedirle un favor? Así usted se quedará tranquila luego del pequeño percance…- Buscó su cartera y sacó un poco de dinero, entregándolo a la albina al tiempo que le pedía que comprara una botella de agua para limpiarle las manos y las rodillas a Ange. La otra accedió sin quejas aunque, en opinión de Hazel, se veía más preocupada de lo que debería. Quizá era la culpa por haber tropezado con una niña o simplemente era ese tipo de persona que piensa en todos antes que en sí mismo. A Hazel le desagradaban. De cualquier modo, su ayuda le venía bien en ese momento.

Permaneció en aquella banca con la niña, mirando a las personas que pasaban por ahí; la niña ya estaba tranquila aunque aún se quejaba de que le dolía. En esos momentos, Hazel lo único que le decía era que debía ser fuerte pues ya era una señorita muy grande, a lo que la niña respondía con una pequeña risa y, la última vez que se quejó, añadió un par de palabras que hicieron sonreír a Hazel. El entorno estaba bastante alegre como era de esperarse en un festival, sin embargo la idea en torno a la que este giraba a Hazel le resultaba ridícula, como sacada de una película infantil. Suspiró y levantó la vista al cielo. Era un día hermoso…


YUKARI DANGOKU
OFF: Disculpa la demora y el cutre post, tuve gripa y varios trabajos de la escuela. Ahora vuelvo a las andadas(?)